Política extractiva
LUIS LARRAÍN Libertad y Desarrollo
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Luis Larraín
Hay quienes conciben la política como un ejercicio de exacción. Averiguan dónde hay alguien produciendo y luego le extraen lo posible para financiar a correligionarios y amigos que pueblan la administración del Estado. Qué ocurrirá después con esa actividad productiva les importa poco; si ya no provee, encontrarán otro a quien cargarle la mano. Ocurre en Chile con el alza del cobre. El precio del cobre asomó la cabeza por sobre los 4 dólares a comienzos de 2021 y ya hay varios políticos gastándose esa plata. Dos candidatos presidenciales, Jadue y Narváez, han tomado la delantera con propuestas para usar recursos que todavía no existen.
Para justificar su avidez usan argumentos populistas o derechamente falsos. Paula Narváez presenta su propuesta como alternativa a los retiros de las AFP, según ella un último recurso ante la falta de respuestas del gobierno frente a la pandemia. Pero eso es falso. El BID y el Banco Mundial han destacado a Chile por el apoyo del gobierno a la población ante el Covid-19. Con un porcentaje superior al 8% del PIB, la ayuda estatal a familias y empresas en Chile es proporcionalmente de las más altas del mundo. Si sumamos a ese efecto el de los retiros de AFP puede entenderse la sorprendente información que entregó el Banco Central: el consumo de las familias aumentó un 20% durante el año 2020 en relación al año anterior.
Vale decir sobre la base de una afirmación falsa (falta de respuesta del gobierno a efectos de la pandemia) se propone una medida inconveniente, que financiarían con el aumento del precio del cobre, que lleva un par de meses. El cobre sólo aporta 6% de los ingresos del Fisco y por lo tanto no es el sueldo de Chile, como les encanta decir a los políticos.
Por supuesto la pandemia ha tenido efectos sobre la economía chilena, pero sobre la inversión más que el consumo. La recuperación productiva es incipiente y está amenazada por un posible rebrote que se anticipe al efecto de la vacunación masiva en el país. La peor política económica posible en estos tiempos es aumentar los costos de producción. Siempre hay políticos dispuestos a imitar malas ideas por un aplauso fácil y ya hay en el Congreso proyectos de parlamentarios de oposición para subir el royalty a la minería.
Chile retrocedió 13 puestos el año pasado en el ranking de atractivo para invertir en el sector minero que elabora el Fraser Institute de Canadá. Ya estamos en la posición 30, lugar modesto para el primer productor de cobre del mundo. Pero los políticos de izquierda quieren dar un manotazo más.
El desafío para la economía chilena es inmenso. Debemos recuperar un millón de empleos perdidos. Al deterioro del empleo se suma el de la infraestructura pública y privada, parte de ella vandalizada por violentistas y otra afectada por la falta de inversión en vivienda, la escasez de terrenos, las tomas de sitios, todo lo cual conforma un panorama de preocupante deterioro urbano. La persistencia de la violencia política, confundida ahora con la del crimen organizado no ayudan.
El problema más complejo que enfrentan las autoridades económicas en todo el mundo es cómo reactivar la inversión en esta fase de la pandemia y luego retirar los estímulos monetarios y fiscales entregados a familias y empresas. Eso causa por estos días alta volatilidad de los mercados. Como lo resumió magistralmente Sebastián Claro, “No es China sino la FED” por lo que parece prematuro hablar de súper ciclo del cobre. ¡Que lejana esta reflexión a la política extractiva de la izquierda!